Los sistemas de retribución de los altos directivos es un
tema que siempre ha estado de actualidad y del que los ciudadanos de “a pié” tenemos
con información muy dispersa. En las líneas siguientes he querido profundizar
en el tema de las tarjetas black que disfrutaban
los directivos de Bankia, para que sepamos claramente lo que ha sucedido. En la
actual crisis económica, que todos estamos sufriendo creo que es una aberración
que los ricos sean cada vez más ricos a costa del contribuyente, que con tanto
sacrificio paga sus impuestos.
Las tarjetas “black” son una retribución que han recibido 86
miembros de la dirección y del consejo de Administración de Bankia, a mayores
de sus retribuciones y gastos de representación. Nadie, ni la entidad bancaria
ni sus beneficiarios, pensaban en declarar los gastos a Hacienda. Las tarjetas
negras de Bankia pagaron viajes, reliquias, billetes de metro, clubes,
funerales, fiestas, comidas de lujo, retiradas de efectivo en cajero y hasta
abonos a los toros. Lujos y más lujos, cuantiosos e inverosímiles. Aunque
también hay casos como el del socialista José María de la Riva, que empleó su
tarjeta para pagar un impuesto del Ayuntamiento de Madrid, concretamente 54,30
euros de una tasa local.
Y es que los 86 dueños de estas tarjetas “milagrosas” se
encuentran en diversos partidos
políticos y sindicatos, concretamente, 27 son del PP, 15 del PSOE, 5 de IU y 11
sindicalistas. Cobraban 1,5 millones de salario y consideraban esta tarjeta
como un sobresueldo por derecho, para sus gastos más habituales.
Los 86 directivos han gastado de forma aproximada, entre el
año 1999 y 2012 (destacando el periodo 2007-2012, en plena crisis económica) unos
15,5 millones de euros, según la auditoría interna de Bankia. El Consejo de
Administración de Caja Madrid, formado por 10 personas, ganaron sobre 71 millones de euros en 4 años
y Miguel Blesa (último presidente de
Caja Madrid) ganó 20 millones de euros en 8 años. Vergonzoso.
La pregunta, después de saber todo esto, es ¿será posible
recuperar el dinero? La respuesta es fácil, que cada persona que gastó dinero
con estas tarjetas lo devuelva. Pero para colmo, la persona encargada en Caja
Madrid de pedir que se devolviese este dinero, era la presidenta de la
fundación Carmen Cafranga, que dimitió al salir todo a la luz ya que ella
también tenía una tarjeta “black”.
El escándalo estalló en diciembre
de 2013, cuando eldiario.es publicó unos correos comprometidos de Miguel Blesa.
A continuación, Bankia hizo una investigación interna que fue puesta en
conocimiento del Fondo de Reestructuración Bancaria (su máximo accionista), éste, lo puso en
conocimiento de la Fiscalía Anticorrupción y ésta, a su vez, informó al juez
Fernando Andreu que es el que instruye el “caso Bankia”. Por ahora Andreu llamó a declarar en calidad de imputados a
Miguel Blesa, a Rodrigo Rato que era el máximo jefe de Caja Madrid, y a Ildelfonso
Sánchez Barcoi que era el director general de Caja Madrid.
Aunque Rato en su declaración lo afirmó, las tarjetas opacas
no estaban destinadas a gastos de representación, ya que sus titulares no
tenían la obligación de justificar cada gasto, eran complementos al sueldo que
recibían y no tributaban a hacienda.
Un ex consejero de la caja de ahorros declaró que sí eran
conscientes de que la tarjeta era algo similar a recibir “sobres”, de hecho
tenían dos, una, para gastos de representación donde justificaban todo y la “tarjeta
B”.
La Agencia Tributaria anunció que investigará a los
directivos de Caja Madrid para conocer la operativa y hacer un seguimiento de
los ingresos que lograron, presuntamente de forma no legal. El objetivo es investigar
también a las personas físicas que se aprovecharon de estos ingresos. El paso
por los tribunales les podría salir casi gratis a estos directivos, ya que
mientras ocupaban sus puestos, Bankia suscribió una póliza de seguro de
responsabilidad civil, que cubrirá gran parte de lo que cuesten los abogados de
prestigio que contraten para defenderse ante los tribunales por su mala gestión.
Menuda paradoja: los bancos a los que saquearon 15,5
millones de euros con sus “visas black” han abonado el dinero que les permite
pagar el desembolso necesario para eludir sus responsabilidades. En mi opinión,
la culpa del escándalo es no solo de los desvergonzados que usaban las tarjetas
sin ningún pudor, sino de aquellos que idearon el sistema que ha hecho posible
llegar a esta situación. ¿Y dónde ha quedado la responsabilidad ética de la
entidad financiera Bankia? Una entidad que
ha sido rescatada con nuestros impuestos con 22.200 millones para evitar la
quiebra, debería mostrar un poco de ética profesional, compromiso y
responsabilidad con el ciudadano.
Todo lo dicho se agrava si tenemos en cuenta que Blesa y sus
directivos no dudaron en colocar participaciones preferentes entre los pequeños
ahorradores que desconocían la complejidad del producto y se arruinaron. Que
duro pensar que unos directivos se enriquecieron, a costa de los clientes y de
toda la sociedad en general, que está empobrecida a causa de la mayor crisis
financiera vivida en España desde la Guerra Civil.
Andrea Presas Blanco
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