Por: Iván Vidal Dintén
(alumno del curso 2016-2017)
"La hemos cagado por completo. Hemos sido deshonestos
con todos ustedes. Pagaremos lo que tengamos que pagar". Estas son las
palabras de Michael Horn, presidente y consejero delegado de Volkswagen en EEUU
el 21 de septiembre de 2015, día en el que se destapaba uno de los mayores
fraudes en la industria de la automoción. La compañía había trucado 11 millones
de coches diésel en todo el mundo para engañar a las agencias medioambien-tales
sobre las emisiones de sus vehículos.
Volkswagen es una de las compañías más poderosas del mundo,
con marcas como Audi, Volkswagen, Skoda, Seat, Bentley, Porsche, Bugatti,
Ducati, etc. Actualmente, es el mayor fabricante de vehículos de Europa y el
segundo mayor fabricante de automóviles del mundo[1].
Las señas de identidad de la empresa siempre han sido la
calidad, la tecnología alemana, el prestigio de marcas, la seguridad, el
compromiso… y ahora todo está en el aire
(nunca mejor dicho). Este escándalo ha
dañado gravemente la imagen de la empresa, que además fue castigada en bolsa
con un desplome del 17% nada más saberse la noticia[2],
con lo que el valor de mercado de la compañía perdió casi 25.000 millones de euros
y costó el puesto al director general del grupo Volkswagen, Martin Winterkorn.
El caso representa, a todos los efectos, el fracaso absoluto
de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de la compañía. Volkswagen
decidió de manera completamente consciente que no importaba "envenenar" a todo el
planeta, emitiendo cuarenta veces más óxidos de nitrógeno que la cantidad
legalmente permitida, si con ello conseguían situarse como la primera marca
de automóviles del mundo.
Según su web corporativa, en RSC nos dice que “el
compromiso con la sostenibilidad, el medio ambiente y la sociedad constituyen
los valores principales de la responsabilidad social corporativa de
Volkswagen-Audi España”. Dentro de esta RSC destaca el programa “Think Blue”[3]
que “tiene como prioridad la protección medioambiental y la conducción
sostenible. Unir tecnologías más eficientes y naturaleza. Eso es Think Blue”.
Con este cinismo, también se pierde la ética empresarial y se rompen los
principios morales que deberían regir en cualquier negocio o actividad
publicitaria.
Esto nos lleva a pensar que la RSC es meramente un
departamento que se dedica a responsabilidades de lavado de imagen y a decorar
la memoria corporativa, cuando en verdad todas las acciones de una empresa,
salvo las meramente simbólicas, se orientan únicamente a la maximización del
beneficio por todos los medios posibles. Aunque también es cierto, como bien
dicen los autores Braley, Myers y Marcus
en su libro "Fundamentos de Finanzas Corporativas"[4]
“¿Justifica el objetivo de maximización del beneficio de las empresas
incrementar el valor de las acciones por medio del fraude, del engaño o de
manera contraria a la ética? Por supuesto que no, el Delito no Genera Beneficios”.
A pesar de todo esto, las palabras se las lleva el viento (al igual que los gases) y las personas
olvidamos pronto, ya que Volkswagen sigue siendo la marca de coches
más vendida en 2015 en España, en Europa y en el Mundo[5],
con un incremento del 14,7%, del 8% y del 2,1% respectivamente (¡Bravo!).
También es verdad, que en los últimos 12 meses, la compañía
que era el orgullo de la primera economía europea ha registrado las mayores
pérdidas de su historia y ha dotado provisiones y pagado indemnizaciones
milmillonarias. Las provisiones que ha dotado para hacer frente al escándalo
hicieron que el resultado de 2015 cayera hasta unas pérdidas netas de 1.582
millones de euros. El año anterior había ganado 10.847 millones[6].
Su acción ronda hoy los 120€[7],
mientras que a principios del año pasado estaba en los 250€.
Pese al escándalo mayúsculo en el que han metido a la
empresa, los directivos llevan tiempo luchando por mantener los bonus
millonarios a los que tienen derecho (haciendo
honor a su ética empresarial) gracias a los buenos resultados obtenidos en
años anteriores. La compañía anunció que los beneficiarios de estos pagos
extraordinarios han aceptado renunciar a un 30%; pero no de forma definitiva.
La empresa retendrá este dinero durante tres años, y en función de la evolución
de la acción en este periodo, los ejecutivos lo recobrarán todo o en parte (ya a nivel personal podría decirles que
deberían “bajarse los humos”, no sé si me explico...).
Al mismo tiempo, la matriz empresarial ha decidido que para
“adaptarse a los nuevos tiempos” debe recortar costes, eliminar puestos de
trabajo y aumentar la productividad. Este plan de ahorro incluye la supresión
de 30.000 empleos hasta 2020 (de estos, 23.000 están en Alemania y los 7.000
restantes se distribuyen entre Argentina y Brasil principalmente)[8].
Tampoco es la primera vez que Volkswagen tiene que pagar por
un desfalco. Hablamos del caso de “SuperLópez”, un conflicto de intereses o
incluso un problema de agencia. Rondan los años 90 y General Motors acusa al
ingeniero español José Ignacio López de Arriortúa de haberse llevado documentos
confidenciales de la empresa cuando fue contratado por Volkswagen. En el año
1997 la compañía automovilística alemana se comprometió a pagar 100 millones de
dólares a su competidora norteamericana. Además tuvo que comprarles piezas
durante siete años por un importe de 1.000 millones de dólares[9].
No es este el único caso de fraude y negligencia en la
industria automovilística. El gigante fabricante norteamericano, General Motors
(2016), y el mayor fabricante de automóviles de Corea del Sur, Hyundai y su
filial KIA (2013), han sido acusados de haber exagerado sus cifras de
eficiencia de combustible de algunos de sus vehículos. General Motors (2015)
además, ocultó durante años el defecto del sistema de ignición que afectó a
millones de vehículos permitiendo la desactivación involuntaria y repentina del
motor del vehículo, lo que desconectaba sus airbag, dejando a sus ocupantes sin
protección en caso de impacto. Y Toyota (2009,) realizó una llamada a revisión
de algunos modelos de sus vehículos debido a que el acelerador se bloqueaba, lo
que hacía que el motor acelerase sin el control del conductor.
Como conclusión decir que la industria de la automoción es un
mero ejemplo del sector empresarial, referido a su significado global o en
conjunto. Solo hace falta buscar en Internet por Fraudes Empresariales o
Escándalos Financieros para darnos cuenta de la magnitud de casos semejantes
que resaltan la codicia, vileza, inmoralidad, ruindad e irresponsabilidad de
las compañías, los accionistas y los directivos, y de las personas en general.
NOTAS:
[1] http://www.forbes.com/sites/andreamurphy/2015/05/06/2015-global-2000-the-worlds-biggest-auto-companies/#1032f0716e48
[2] http://www.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/volkswagen-vuelve-a-bajar-sus-acciones-un-5-y-su-escandalo-llega-a-seul_qYXjSNDHFabZrBEBlfVHf/
[4] BREALEY,
R.; MYERS, S. y MARCUS, A. (2007): Fundamentos de Finanzas Corporativas (5ª
edición), McGraw Hill-Interamericana de España. Capítulo 1.
[5] http://www.elconfidencial.com/consumo/2016-02-09/la-sorpresa-de-volkswagen-el-escandalo-no-frena-las-ventas-del-gigante-aleman_1149472/
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